Nasar Ramadan Dagga Mujamad, nacido en Carabobo en 1976 y de origen palestino, es el nombre detrás del emporio que convirtió a la marca Daka en sinónimo de corrupción, privilegios cambiarios y guisos con el chavismo. Con apenas estudios de derecho en el “Santiago Mariño” y una carrera inicial en la tienda “La Linda” de Morón, Dagga saltó a lo grande cuando entró en la estructura de Cyberlux de Venezuela, empresa ensambladora de electrodomésticos que pronto se convirtió en receptora privilegiada de dólares preferenciales de Cadivi.
El negocio fue redondo: mientras el país sufría escasez, entre 2004 y 2012 las distintas razones sociales del clan Dagga recibieron más de 647 millones de dólares a tasa preferencial, mucho más que gigantes como Alimentos Polar. Solo Daka de Venezuela (luego rebautizada como Cyberlux) acumuló 407,8 millones de dólares. Las irregularidades estaban a la vista: productos importados a dólar oficial que luego se revendían con sobreprecios de hasta 1.000%.
La red funcionaba con un esquema de empresas de maletín: Mundo Daka C.A., DKZL C.A., Cyberlux de Venezuela, Consorcio Lux, CLX, Bullpro Maracay, Importadora Las 3G, entre otras, creadas y registradas por los distintos miembros del clan Dagga. El baile de identidades confundía incluso a las autoridades: importaban a través de unas compañías y revendían a Daka con facturas infladas. El propio general Miguel Rodríguez Torres lo dijo claro en 2013: “No son realmente una empresa, sino un maletín que importa”.
Ese año, Nicolás Maduro ordenó la ocupación de las tiendas en el episodio conocido como el “Dakazo”, transmitido en cadena nacional. La medida arrasó con buena parte del comercio privado, pero dejó intacto al grupo Dagga, que sobrevivió, amplió operaciones y terminó recompensado con nuevas asignaciones de dólares a través de Sicad y Cencoex. Apenas meses después de haber sido señalado como enemigo del pueblo, Mundo Daka y DKZL recibían otra vez millones de dólares preferenciales.
Lejos de quebrar, Dagga expandió su negocio. En 2013 fundó Consorcio Lux C.A., con filiales en Panamá y EE.UU., y abrió las primeras tiendas CLX Samsung, que hoy controlan la distribución de esa marca en Venezuela y Panamá. A eso sumó LG Gad Technology, Xiaomi Venezuela, Aiwa Venezuela y, más tarde, la cadena multimarca Multimax, que se multiplicó en varias ciudades del país mientras la competencia cerraba. En paralelo, el grupo Dagga diversificó con iniciativas de lujo como Galerías Avanti en Las Mercedes, vitrina de Gucci, Prada y Louis Vuitton para la nueva burguesía chavista, y con el patrocinio de farándula, cine y hasta el béisbol profesional con la Fundación Magallanes.
Nada de esto sería posible sin la conexión política. Los Dagga son socios y aliados del gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, pieza clave en su protección. La relación con el poder les permitió esquivar investigaciones por usura agravada, especulación y asociación para delinquir, e incluso salir fortalecidos tras el Dakazo, cuando varios gerentes fueron detenidos, pero ninguno de los verdaderos dueños enfrentó consecuencias.
La genealogía es simple: Nasar, Manzur (alias “Falles”), Fauci y Yaser Dagga Mujamad reparten cargos y empresas. La corporación, en cambio, es un laberinto diseñado para recibir dólares preferenciales, triangular importaciones y blanquear capitales. Desde Panamá controlan sociedades como Global Trade Panalux, Venax, GD Midea Air-Conditioning Equipment; desde Venezuela manejan Cyberlux y Frigilux con supuestas plantas de ensamblaje.

Hoy, mientras la mayoría de los venezolanos no puede comprar ni un televisor, Nasar Dagga se muestra como “visionario” en inauguraciones de Multimax o CLX, regalando celulares a empleados y montando campañas con influencers y artistas. Su verdadera hazaña fue sobrevivir a la tormenta política del Dakazo y convertirla en trampolín para consolidar un monopolio protegido por el chavismo.
En las vitrinas se ven neveras y televisores. Detrás, lo que se exhibe es un modelo de negocios basado en privilegios, protección política y el saqueo de los dólares de la nación.
