Camila Capriles Mileo
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Camila Capriles Mileo

A los dieciocho años, Camila Capriles Mileo vive una vida que parece sacada de un guion de Succession con acento latino. Entre Nueva York, Miami, París y Madrid, viaja a bordo de su Gulfstream G-450 privado, donde un chef japonés le prepara sushi y sashimi a medida. Desde las alturas, contempla el mundo que su familia —una de las más ricas y polémicas de Venezuela— ha construido a lo largo de décadas entre el poder político, la prensa, el dinero público y la alta sociedad europea.

Camila es la primogénita de Armando “Coco” Capriles Capriles, heredero del clan Capriles —antiguos dueños del conglomerado mediático Cadena Capriles—, y de Corina Mileo Trotta, descendiente directa de la nobleza española. Juntos, representan la unión perfecta entre el dinero nuevo venezolano y la sangre azul europea. Su fortuna familiar, estimada en más de dos mil millones de dólares, se levantó sobre negocios financieros, inmobiliarios y operaciones cambiarias durante el auge del chavismo, y hoy se expande discretamente en España, Portugal y Suiza.

Entre los cielos privados y la aristocracia europea

Nacida en Nueva York, educada entre Estados Unidos y Europa, Camila encarna el ideal de la nueva realeza latinoamericana: cosmopolita, joven, deportista, sin pasado político visible y con apellido de alcurnia. Vive entre su apartamento del Upper East Side —una de las zonas más exclusivas de Manhattan— y las mansiones familiares en París (avenida Foch), Gstaad, Londres, Los Roques y Bahamas, donde practica kitesurf y esquí.

En Madrid, sus padres poseen un ático de ensueño frente al Parque del Retiro, decorado por Pascua Ortega. Desde allí, Camila se mueve entre la aristocracia española y la jet set europea: Tatiana Santo Domingo y Andrea Casiraghi, Natalia Vodianova y Antoine Arnault, los Medina Sidonia, los Abelló, los Del Pino, y los hijos de Naty Abascal, íntima de la familia.

No es solo una invitada frecuente en los círculos de la nobleza; su padre la impulsa hacia ellos. En 2023, Armando Capriles inició una demanda en los tribunales españoles para reclamar el marquesado de Irache con grandeza de España, actualmente en manos de Luis Alexis Villanova-Ratazzi Ferrán, descendiente de Napoleón. El argumento jurídico se basa en el linaje de la madre de Camila, Corina Mileo, cuya bisabuela, Elia Barrera González de Aguilar-Ponce de León y Fernández-Golfín, fue descendiente directa de Cristóbal Colón y emparentada con los Alba, Medinaceli y Alburquerque. “Los descendientes de Elia tienen mejor derecho al título”, afirman fuentes del entorno familiar.

Una herencia entre fortunas manchadas

Camila pertenece a una de las familias más poderosas de Venezuela. Su bisabuelo, Miguel Ángel Capriles Ayala, fundó la Cadena Capriles, el mayor grupo editorial del país, propietario de Últimas Noticias, El Mundo y Kena. Su influencia fue tal que, durante medio siglo, ningún presidente venezolano gobernaba sin pactar con los Capriles.

El imperio se fragmentó con el chavismo: mientras unos miembros del clan fueron marginados, otros —como Armando “Coco” Capriles— se adaptaron al nuevo poder. “Coco” amasó una fortuna monumental durante los años del control de cambio y las notas estructuradas, operaciones financieras avaladas por Nelson Merentes, expresidente del Banco Central de Venezuela, y José Gregorio Vielma Mora, exjefe del SENIAT.

Los documentos del caso Suisse Secrets revelaron que Armando Capriles llegó a manejar cuentas en Credit Suisse con saldos superiores a 140 millones de francos suizos, abiertas entre 2014 y 2016, coincidiendo con su implicación indirecta en el escándalo de Francisco “Pancho” Illarramendi, el asesor financiero venezolano condenado en Estados Unidos por un fraude de más de 700 millones de dólares.

Su nombre también aparece en la venta de inmuebles al Estado venezolano por valores inflados —como el Centro Capriles y la Torre Provincial— durante el auge del chavismo, así como en transacciones con el empresario sancionado Raúl Gorrín, quien en 2021 confirmó públicamente haberle vendido una embarcación por 281 mil dólares.

Corina Mileo: la sangre azul del clan

La madre de Camila, Corina Mileo Trotta, combina el glamour de la aristocracia sevillana con el refinamiento de la alta sociedad caraqueña. Descendiente de familias como los Barrera, Aguilar y Ponce de León, mantiene una vida social activa entre Miami, Madrid e Italia. Amiga cercana de Naty Abascal y de la filántropa Santi Chumaceiro, ha participado en eventos benéficos con artistas y personalidades venezolanas del exilio.

En 2021, celebró su cumpleaños en Miami con la actuación del dúo musical SanLuis, mientras en España alterna entre los salones de moda y el circuito cultural madrileño. En redes sociales, aparece con frecuencia junto a su hija, en eventos de arte o en los exclusivos balnearios de Comporta y Marbella.

La nueva cara de la dinastía

Camila, sin embargo, intenta construir su propio relato. Estudia Music Industry Studies en la Loyola University of New Orleans, donde explora su interés por la producción musical y la composición. Ha sido futbolista, DJ amateur y amante del arte contemporáneo. En su estética, mezcla el lujo con lo andrógino: trajes unisex, gafas retro, cabello corto y una actitud que rompe con el molde clásico de la heredera.

Lejos de la frivolidad, proyecta una imagen de modernidad, aunque siempre enmarcada por los símbolos de poder: jets privados, amistades con la élite europea y una herencia multimillonaria que combina dinero, nobleza y polémica.

Una vida entre los Capriles y la Corona

A pesar de su juventud, Camila ha sido vista en entornos de altísimo perfil, incluidos viajes junto al Rey emérito Juan Carlos I y la Infanta Elena. En 2021, acompañó a sus padres en un vuelo privado a Abu Dabi para celebrar el cumpleaños número 83 del exmonarca español, en un grupo reducido que incluía al marqués de la Sauceda, tío de su madre.

Su padre, Armando Capriles, mantiene negocios con intereses inmobiliarios en Madrid, a través de sociedades como Sunny Selirpac y Monina Inversiones, con capital declarado superior a 19 millones de euros. Sus vínculos con la realeza y el empresariado español son el último eslabón de una familia que ha sabido reinventarse a lo largo de tres generaciones: del poder mediático al financiero, del chavismo a la aristocracia.

El porvenir de una heredera

Camila Capriles Mileo simboliza el nuevo rostro de los herederos latinoamericanos: globales, sofisticados y estratégicamente silenciosos. En ella convergen tres legados: el del dinero venezolano surgido de los viejos monopolios, el de la nobleza española que su familia reclama en los tribunales, y el de una generación que intenta reescribir su historia sin mencionar de dónde vino su fortuna.

A bordo de su jet, entre Nueva York y Madrid, Camila representa la continuidad de un linaje que no conoce fronteras. Una dinastía que cambió la prensa por el poder financiero, el poder por los títulos nobiliarios y el silencio por una nueva forma de elegancia: la del lujo sin preguntas.

 
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Una publicación compartida por Sara Rodríguez (@lombardoven)